Huerta, yermo, surco, hoja. Vaso, maceta, botella. Gota, lluvia,
río. Agua. Geometría y abstracción del drama de la sed.
“El jardín de lo insinuado” supone una radical y valiente, por arriesgada, prospección del vértigo, de la nada, desde la juvenil mirada expresionista, inquieta y tortuosa, hasta la madura serenidad del conocimiento ecléctico. Profundización persistente en el color diluido, esquematismo del objeto, insinuación del motivo, distorsión del concepto, evocación temática de una inocencia extrema que nos libere de la culpa. El agua y la tierra: alma y cuerpo de la naturaleza. Y el actual estado de su situación: paisaje exuberante, quemado, requemado; su manipulación por el hombre, que se insinúa o se oculta.
Lapuente es ya uno de mis pintores españoles preferidos de la Generación de la Democracia, siempre insurrecta por independiente. Junto a él (por distintos y no tan distantes caminos) fueron llegando a mi predilección Mira, Fombuena, Calero, Vicente Pascual, Broto, Larroy, García Sevilla, Sicilia y Barceló.
El arte sirve para sobrevivir.
Ángel Guinda
Madrid, invierno de 2007 |