La sala de exposiciones de la Caja de Ahorros de Navarra, en esta ocasión sí que de acuerdo con lo que tiempo atrás era su costumbre, acoge estos días una amplia exposición del pintor aragonés Javier Lapuente.
Una exposición, construida por un total de 25 cuadros, acrílico sobre lienzo o técnicas mixtas sobre cartón, que, para empezar, habla de una labor coherente y tanto en la ligazón de las obras mostradas como en lo que es el total de la trayectoria del pintor, muestra una pintura fácil y agradable, perfectamente trabajada, buena conocedora de lo que viene siendo el hoy del mundo de las gesticulaciones llenas de personalidad, que sabe del color y de lo que es la medida justa, y que, finalmente, a caballo de una anécdota culta solamente apuntada, sabe desarrollarse a sí misma dentro de unas cotas de calidad y personalidad claramente valorables. Cierto que la pintura de este joven pintor de Tarazona me gusta. Es más, ha sido de los pintores inmediatos geográficamente por cuya obra me sentía interesado desde hace tiempo- y exactamente desde un cartel de los Festivales de Navarra de 1988-. Y, también ello es verdad, esta exposición suya de la Sala de Castillo de Maya, me ha servido para confirmar las ideas que sobre él me había formado. Y es que, ahí está, tiene calidad de oficio y maneras, moviéndose dentro de la justa medida en todo; hasta en ese mínimo de “cocina” imprescindible en cualquiera obra que quiera ser hija del tiempo en que vivimos… Y todo ello sin estridencias, sin gritos. En fin, como debe ser. |